por Miguel Mier | 25 de mayo de 2015
Estamos a 13 días de las elecciones de 2015. El domingo 7 de junio votaremos por Gobernador, Diputados Federales y Diputados Locales.
Dos datos tristísimos que publicaron el CIDE (Centro de Investigación y Docencia Económicas) y el IMCO (Instituto Mexicano para la Competitividad) son que el 91% de los mexicanos no confiamos en los partidos políticos y que el 83% no confiamos en los legisladores. Así de grave es el desprestigio de nuestra clase política. Ante semejante realidad ¿qué podemos hacer?
El pasado martes 19 de mayo la aguda politóloga mexicana Denise Dresser publicó el Reforma y otros periódicos una columna titulada “Yo, anulista”. En esa columna Denise parte del principio de que los candidatos para la elección 2015 son casi todos pésimas opciones para gobernar. Son el mismo tipo de políticos que nos han llevado a que el 91% de los mexicanos desconfiemos de ellos. En su columna hace referencia al prestigiado Dr. Miguel Carbonell quien dice que en éstas elecciones las opciones de partidos políticos entre lo que podemos votar son las siguientes: el partido de los mentirosos, o el de los pillos, o el de todos peleados con todos, o el de los resentidos que renunciaron a su partido para fundar otro o el de los “chapulines” que harán cualquier cosa para seguir viviendo del presupuesto público. Ante ese escenario Carbonell cree que las dos opciones ganadoras del 2015 serán: a) el abstencionismo y b) el voto anulado.
Dresser nos propone a todos que vayamos a votar y que anulemos nuestro voto. La politóloga propone ésta solución pensando que cientos de miles de personas van a anular su boleta y que un resultado tan vergonzoso a nivel mundial, con tantos votos anulados será una lección que moverá las conciencias de los partidos políticos y los hará reflexionar y cambiar. La idea suena muy bien, Denise la presenta de manera muy articulada y es muy romántica. Ojalá los partidos tuvieran un ápice de conciencia para llegar a la conclusión que plantea Denise Dresser.
Yo no creo que los partidos políticos tengan ni conciencia ni intención de transparencia. Si tuvieran conciencia ya hubieran hecho algo al recibir las decenas de encuestas que en todos los casos los señalan como la institución que mayor desconfianza generan entre la población. Tampoco tienen intención de transparencia y como prueba tenemos la iniciativa que lanzó el IMCO (Tres de tres), en la que de los 10,000 candidatos que hay hoy en la contienda electoral sólo 230 han tomado el compromiso por la transparencia y se han sumado a la iniciativa.
Por otro lado Roberto Duque de la facultad de derecho de la UNAM circuló un video donde explica en forma numérica y muy clara las consecuencias reales y pragmáticas de anular el voto. Duque usa un ejemplo hipotético en el que el 38% de los votantes anulan su voto intencionalmente. A eso hay que sumarle un 2% de votos anulados accidentalmente, 3% de candidatos independientes y 7% de candidatos sin registro. (38%+2%+3%+7% = 50%) En éste ejemplo el 50% de los votos van a los 4 partidos grandes (PRI, PAN, PRD, Verde y Morena) y el otro 50% a las opciones que mencioné antes. Ese escenario hace que parezca que la rebanada del pastel de los partidos grandes se hace más chica, pero eso no es lo que realmente sucedería. Según las reglas de INE (Instituto Nacional Electoral) lo que sucedería en éste caso hipotético es que habría que sacar un nuevo 100% (o un pastel nuevo) con los votos válidos. La legislación electoral distingue entre la votación “total” y la votación “nacional” (usando ese término absurdo e impreciso). Para todo fin práctico lo que sucede al final de ese ejemplo es que los partidos grandes reciben el doble de votos de los que realmente tuvieron. Por lo tanto reciben el doble de posiciones plurinominales, el doble de presupuesto para sus campañas, el doble de tiempo de medios de comunicación; o sea, le estaríamos dando el doble de fuerza a los partidos grandes.
Si queremos castigar a los partidos políticos por el mal que le han hecho al país anular el voto no es una solución pragmática. Los partidos políticos han sido muy hábiles para legislar en su beneficio en ves de diseñar leyes que lleven a los mejores líderes a gobernar nuestro país.
Ante semejante dilema para mi la actitud ciudadana responsable es analizar las precarias propuestas de los candidatos actuales y buscar aquellos que parezcan los menos deshonestos. Una buena acción de análisis de voto es revisitar la iniciativa tres de tres (candidatotransparente.mx) y ver si algún candidato ya subió su información al sitio comprometiéndose de manera voluntaria. Con eso, al menos, tenemos una pequeña muestra de intención de transparencia.
Mi conclusión es que no debemos abstenernos y que no debemos anular nuestro voto. El 7 de junio hay que salir a votar y votar por el menos malo.
Qué triste y qué impotencia tener un sistema en que «la mejor opción» es votar por «el menos malo». 😦
Es una trampa total.
Si quieres resultados distintos haz cosas distintas. si quieres más de lo mismo sigue votando pensando ilusamente que hay gente honesta en un sistema corrupto hasta el tuétano…nunca se ha anulado una votación en el mundo por que los ciudadanos hayan anulado sus boletas, por eso los políticos siguen haciendo lo que quieren con las ovejas
pd. en ves va con «z», en vez.