¿Qué podemos aprender de otros sistemas educativos?
“Los finlandeses y los sudcoreanos comparten algo: Un profundo respeto por los maestros y por sus logros académicos”, Sir Ken Robinson en TED 2013
Hace cincuenta años Finlandia y Corea del Sur tenían pésimos sistemas de educación. Por un lado la fría Finlandia estaba a punto de perder su independencia económica con otros países europeos por la enorme deuda externa que tenía. En otro lado del mundo, en el sur este asiático Corea del Sur estaba saliendo de una guerra civil que había devastado su país. Ambos países 50 años después son un ejemplo de educación que han rebasado a todos los países europeos y americanos. ¿Qué hicieron bien? hoy trataré de responder esa pregunta.
Empecemos por el modelo de Corea del Sur. Los coreanos creen en los exámenes. Corea del Sur hoy tiene cero por ciento de analfabetismo y lo han logrado gracias a generaciones que tratan de ser los mejores en los exámenes que aplican a toda la población. Corea del Sur no solamente destaca en letras, sino en matemáticas y en pensamiento crítico. Todo esto tiene un precio. La población en Corea del Sur sabe desde temprana edad que buenas calificaciones en los exámenes equivalen a una vida mejor. Sería impensable que en Corea cualquier organismo (mucho menos magisterial) quisiera boicotear pruebas como la PISA o ENLACE.
Los niños de Corea del Sur estudian todos los días del año, en la escuela en la mañana y en la tarde con tutores. Dedican toda su infancia a estudiar. Tienen un dicho que si estudias lo suficientemente fuerte lograrás calificaciones suficientemente altas para vivir una vida suficientemente cómoda. La cultura de todo el país entiende lo valioso de un sacrificio hoy por bienestar en el futuro. Lo mismo sucede con una cultura del ahorro, en vez de buscar gratificación inmediata, en este momento que tengo dinero, lo guardo para esperar gratificación futura con intereses.
El modelo educativo en Finlandia tiene otros matices. Es un modelo basado en las actividades extracurriculares y en la motivación interna.
En Finlandia creen que la mejor educación debe suceder fuera del salón de clases. Por eso tienen pocas horas de aula en la mañana y en la tarde tienen actividades fuera del salón. Esas actividades a veces son impartidas por la escuela y a veces por la municipalidad o la alcaldía, ambas de excelente calidad. Muchas veces son clases de deportes o de actividades artísticas e idiomas.
Un alumno de secundaria en Finlandia tiene una tercera parte de sus clases opcionales. Eso no quiere decir que haya menos rigor académico aun que sí hay más flexibilidad.
Una clave de la educación en Finlandia tiene que ver con las horas que dedican los maestros a preparase. En estados unidos un maestro da mil 100 horas de clase al año. En Finlandia no pueden dar más de 650, pero tienen que dedicar otras 650 a prepararse, a aprender.
Lo que tienen en común los sistemas educativos de Corea del Sur y de Finlandia es que los maestros son la pieza clave de todo el sistema educativo. En Finlandia de cada 10 personas que aplican para ser maestros solo una logra ser aceptada.
Amanda Ripley dijo que la cultura son costumbres en evolución. La cultura puede cambiar. Lo que ha hecho exitosos los dos sistemas educativos que comparto es la cultura que los respalda que como escribí al principio tiene menos de 50 años de haberse desarrollado en cada uno de estos dos países.
Para definir una cultura competitiva tenemos que entender y hacer entender a toda la población que a mejores niveles de educación mayor desarrollo económico, menor pobreza, mejor distribución del ingreso, mayor democracia. Cuando entendemos los beneficios de una cultura basada en la educación nos damos cuenta que para que un sistema educativo sea competitivo no puede depender solo de los alumnos, ni de los padres, ni de los maestros; depende de todo el sistema completo y cada pieza refuerza a la anterior.
Es una pena ver a nuestro sistema educativo mexicano herido desde las entrañas por los intereses electoreros que de él derivan los políticos. Es un sistema secuestrado por los votos que genera y tiene a muchos maestros cobrando sueldos por ir a marchas en vez de ir a dar o recibir clases. De eso tampoco son culpables solo los maestros, ni los políticos, ni los padres de familia ni los alumnos. Somos culpables todos por haber creado esta cultura. También está en nuestras manos cambiarla por una cultura competitiva como lo hicieron los sudcoreanos y los finlandeses hace 50 años. El problema se puede resolver, pero como cualquier problema el primer paso es reconocer el problema y el siguiente es tener la voluntad para resolverlo.
El autor es licenciado en Economía por el ITESM, con maestrías en Administración y Tecnología por las universidades de Stanford, Carnegie Mellon e ITESM.
Es Ejecutivo de Entretenimiento y profesor en la Maestría en Administración (MEIM) en la Universidad Carnegie Mellon de Los Ángeles, California
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@miguelmier