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Columna sin anestesia: Procrastinar, un hábito que afecta el desarrollo.

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por Miguel Mier | 15 de septiembre de 2014

» Procrastinar es mi pecado. No me deja nada más que dolor. Sé que debo detenerlo. De hecho, lo haré – mañana.” Gloria Pitzer

Procrastinar es el hábito de dejar para después lo que podrías hacer ahora. Es una tendencia muy humana que hacemos a veces sin estar conscientes de ello. Es parte de nuestra naturaleza tener un constante conflicto interno entre la gratificación inmediata “de no hacer nada” contra la gratificación futura “de ya hice lo que tenía que hacer”. Muchas veces procrastinar es ilógico, no tiene sentido, porque conocemos las consecuencias y de todos modos lo hacemos. Está claro que hacer las cosas con tiempo genera mejores resultados y mucho mayor gratificación futura, pero todos tendemos a procrastinar de una forma o de otra. ¿Qué pasa cuando procrastinar se vuelve parte de la cultura de una persona, una empresa, un estado, un país?

La semana pasada compartía una de las virtudes de la cultura educativa de Corea del Sur en donde parte de su cultura es entender que los niños, desde temprana edad, deben de estudiar intensamente para tener un futuro mejor. Esa cultura educativa es lo contrario a procrastinar.

El 11 de septiembre el semanario inglés The Economist publicó un estudio de David Arnott en que prueba la hipótesis de que mientras más tarde entregaban la tarea sus alumnos peores calificaciones obtenían. Para este estudio analizó a 777 estudiantes de mercadotecnia durante 5 años. Una observación la hizo a estudiantes de primer año y otra a los de tercer año con resultados similares. La conclusión es que los alumnos que presentaban su trabajo al menos un día antes de la fecha límite tenían en promedio 69% de calificación contra los alumnos que la entregaban el mismo día tenían 59%.

Haciendo el estudio más detallado por hora la tendencia es más marcada. Los alumnos que entregaban su trabajo a la hora límite tenían 50% de calificación contra quienes entregaban una hora antes tenían 60%.

Las reacciones de los alumnos ante los resultados fueron muy variadas. Hubo alumnos que argumentaban que entregar su trabajo al final los hacía mejores alumnos ya que en poco tiempo tenían que resolver tareas complicadas que le llevarían más tiempo a los demás alumnos aun que sacaran calificaciones bajas. Eso, según ellos, los hacía más aptos y capaces para resolver problemas que los demás. Otros alumnos menos sínicos argumentaban que entregar tarde no era la causa del problema sino una consecuencia de que les estaba costando más trabajo y por consiguiente la calidad de lo que entregaban era menor. Independientemente de la causa los datos son indiscutibles. Los que empezaban temprano la tarea entregaron a tiempo obtuvieron mejores resultados.

Procrastinar no sólo sucede en la escuela o en temas académicos. Sucede en cualquier responsabilidad que tenemos en la vida, empezando por la puntualidad. Hay gente puntual que se prepara para llegar a tiempo, hay gente que prefiere seguir viendo la tele hasta el último minuto y llegar tarde. Procrastinar es caer en la trampa del “salgo a correr mañana”, “empiezo la dieta el lunes”, “La próxima quincena voy a ahorrar”, “arranco mi maestría el año entrante”.

Procrastinar tiene enormes consecuencias en el mundo financiero. Procrastinar provoca costos económicos que quienes han logrado la disciplina de ahorrar ahora y esperar a un mejor rendimiento en el futuro toman ventaja de los grandes procrastinadores. Las personas que gastan más de lo que ganan procrastinan con sus finanzas ya que prefieren la gratificación inmediata -“gastar lo que no tengo”- esperando ganar algo en el futuro para poder pagar “lo que ya me gasté” aun que sea con intereses. Esta realidad no sucede sólo a nivel personal sino también a nivel empresa, estado y país.

Las empresas que no tienen deuda y que reinvierten lo que producen son las empresas sólidas que logran superar las grandes crisis nacionales o de industria.

Los gobiernos de muchos estados, como el de Michoacán, han vivido de gastar lo que no tienen. La deuda del gobierno estatal en el 2001 era de $154 millones de pesos. Diez años después, después de dos gobernadores del PRD (Cárdenas y Godoy), la deuda ascendió a $15,000 millones de pesos. O sea, 100 veces más deuda en 10 años. Diez veces más deuda cada año. Ya no me meto a los recientes y efímeros gobiernos PRIístas pero el problema se ha ido agravando. ¿Quién va a pagar lo que ya se gastaron todos estos años? Algún gobierno disciplinado en el futuro, con nuestros impuestos, obviamente.

Lo mismo sucede a nivel país y hasta en los países más desarrollados como los Europeos. La crisis Europea que viven de manera más aguda Grecia y España está basada en su enorme deuda. ¿A quién le deben? A bancos europeos principalmente Alemanes. Alemania le pudo prestar a España y a Grecia por que durante décadas ahorraron más de lo que gastaron, mientras en España y Grecia buscaron la gratificación inmediata esperando que futuras generaciones pagaran la deuda. Las futuras generaciones de Alemanes cobrarán los réditos de que sus predecesores ahorraron, mientras los futuros Griegos y Españoles tendrán que trabajar para pagar los gastos de sus predecesores.

El concepto de procrastinar (disfrutar ahora trabajar después) tiene consecuencias desde personales hasta nacionales. Promover una cultura de trabajo, disciplina y ahorro implica identificar las actitudes de procrastinación y tratar de eliminarlas. Todos podemos empezar estudiando hoy, haciendo ejercicio hoy y llegando a tiempo a nuestra siguiente cita de hoy.

@MiguelMier

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