por Miguel Mier | 26 de enero de 2015
“El compañerismo y la confianza surgen de forma natural cuando se respetan la disciplina y los buenos valores.” – Tao Zhu Gong.
La semana pasada las personalidades más importantes de la economía mundial se dieron cita en Davos, Suiza para el Foro Económico Mundial 2015 (FEM2015). Como cada año, el foro arranca con la publicación de su reporte de confianza a nivel global. Éste año el reporte se titula: “La evolución de la confianza en los negocios; de las acciones a los valores”. Desde el título, algo intangible como los valores, tiene una posición protagónica cuando hablamos de confianza y su repercusión en algo tangible: la economía.
El reporte que menciono describe crisis mundiales que generaron desconfianza en la humanidad producto de malas prácticas de empresarios y banqueros. La manera egoísta de gestionar estos eventos provocó pérdidas económicas globales que afectaron a billones de familias. Los tres eventos son: la crisis de la extracción de crudo en el Golfo de México por la petrolera BP; el escándalo de “rewards for failure” (o premio al fracaso) con bonos multimillonarios para ejecutivos de medios impresos Británicos; y el escándalo de la tasa LIBOR con banqueros poniendo en riesgo $350,000 billones en derivados. La crisis de confianza en los negocios nos está costando una fortuna a la humanidad. El reporte concluye que se requiere un nuevo acuerdo entre los empresarios y la sociedad civil, para resarcir esa confianza.
La desconfianza que presenta el reporte del FEM es principalmente en los países desarrollados. Asume que existe algo de confianza hacia sus gobiernos y las entidades reguladoras. En México sucede lo opuesto. Vivimos una crisis de confianza hacia las autoridades que también se tiene que resarcir si queremos progresar en lo económico.
Nuestro país es una república con tres poderes desprestigiados: legislativo, ejecutivo y judicial. El legislativo, en la Cámara de Diputados por medio del CESOP (Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública), levantó en agosto de 2014 una encuesta telefónica sobre niveles de confianza en las instituciones. El reporte concluye que las instituciones en que más confía la población son: la familia, la Cruz Roja y la Marina. Las instituciones en que menos confían los encuestados son: los Diputados, los Sindicatos y los Partidos Políticos. De cada 100 encuestados 69 confían POCO o NADA en sus diputados en un estudio que ellos mismos hicieron hace 6 meses. Eso debería de ser noticia y deberían de tener un plan para recuperar la confianza. No he visto ni lo uno ni lo otro.
Sobre la disfuncionalidad del poder judicial el documental Presunto Culpable puso el dedo en la llaga desde el 2008. Tanto, que el mismo poder judicial emitió una orden absurda para retirarlo de las pantallas y prohibir su exhibición. Afortunadamente el impacto de Presunto Culpable ha sido de tal magnitud que esa orden se revocó y la semana pasada el Gobierno del DF dio los primeros pasos hacia una reforma judicial integral que incluye juicios orales. Estas primeras medidas no son ni remotamente suficientes ante la enorme crisis de confianza en los sistemas de procuración de justicia, pero algo es algo.
Respecto al poder ejecutivo, y la figura presidencial, estamos viviendo la peor crisis de confianza de nuestra historia reciente. Los vínculos entre empresarios beneficiados por obra pública y su cercanía con el poder es alarmante. Parece que el término “conflicto de interés” en ésta administración se entiende diferente a como lo entiende el resto del mundo y eso exacerba la desconfianza. Para muestra el artículo de la semana pasada en The Economist sobre México titulado: “Un Presidente que no entiende que no entiende”, imagino la llegada de los funcionarios mexicanos al FEM2015 en Davos, con semejante publicación, fue como darles la bienvenida con una cubeta de agua fría a 10ºC bajo cero.
En el FEM del año pasado Michoacán fue el centro de atención porque justo por estas fechas los escándalos de las autodefensas cobraban escala internacional. De entonces a la fecha han pasado muchas cosas en tan sólo 12 meses: visitas y promesas presidenciales, cambio de gobernador, desfile de todos los secretarios federales por el estado, un comisionado que llegó y se fue, renuncias y denuncias a todos los niveles, autodefensas, guardias comunitarias, cuantiosas víctimas, órdenes de aprensión, fianzas multimillonarias, etc., etc. La pregunta que hoy persiste, a 12 meses de esa crisis, es la misma: ¿los michoacanos tenemos más o menos confianza?
Los niveles de confianza están estrechamente relacionados con el desarrollo económico. Lo intangible (valores y confianza) repercute en lo tangible (los bolsillos de las familias). Esta época electoral es el momento preciso para comprometer a los candidatos a tomar acciones concretas para recuperar la confianza.
Creo que en las mismas votaciones se verá reflejada la desconfianza de la población en los candidatos. Los dueños de empresas socialmente responsables deberían tomar mayor participación en la política, también creo que así mejoraría México.